Me gustaría compartir contigo una rutina diaria de dos minutos, que es un auténtico escudo frente a toda clase de malestar y negatividad y que te asegura, sin lugar a dudas, desde primera hora de la mañana, un día más redondo que si te hubieras comido un donut (incluyendo el de chocolate). Se basa en lo siguiente…
Habrás notado que, cuando estamos tristes o abatidos, el cuerpo se pliega instintivamente sobre sí mismo en un intento de protegerse del entorno. Digamos que nos convertimos en una especie de “bicho bola” cuya coraza nos aísla de aquello que, en ese momento y por el motivo que sea, intuimos amenazante. ¿Recuerdas cuando te regañaban tus padres y sentías que te hacías cada vez más pequeño en un intento por desaparecer de su vista y evitarte el mal trago? O tal vez no haya que irse tan atrás en el tiempo, pues todos hemos vivido también discusiones de adulto en las que hemos deseado que se nos tragara la tierra en ese instante.
Mientras pensamos inconscientemente precisamente en eso, en que ojalá desapareciésemos, nuestro cuerpo, obediente, satisface nuestra petición. Los hombros se proyectan hacia adelante, la espalda se curva, la barbilla se pega al cuello, los brazos caen, las piernas se juntan y se flexionan ligeramente, etc. Esta postura que nos hace más pequeños, de manera instantánea, aumenta el cortisol en sangre. El cortisol es la hormona que se libera como respuesta al estrés y que tantas consecuencias nefastas tiene sobre nuestro organismo si la producimos en grandes cantidades y de manera crónica. La salud puede verse afectada si los niveles son más altos de lo deseables, especialmente el sistema inmunológico y las defensas, aumentando el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, infecciones, alteraciones del sueño, etc. Además, como consecuencia de haberse liberado esta hormona, nuestro estado de ánimo se deprime aún más y nos vemos inmersos en un circulo vicioso del que, una vez dentro, es difícil escapar.
El orden de lo que está ocurriendo dentro de nosotros sería: me está cayendo una bronca (pensamiento) -> que me provoca malestar (sentimiento) -> y quiero desaparecer (comportamiento corporal).
En cambio, cuando, por ejemplo, nos dan una noticia alegre y nos sentimos por ello felices, ocurre todo lo contrario, nuestro cuerpo se expande y se hace más grande: la espalda se estira, los hombros se echan hacia atrás, sacamos pecho, la barbilla se levanta, los brazos se sostienen en el aire, las piernas se separan totalmente estiradas, etc. Es como si, de alguna manera, nos preparásemos para abrazar esta sensación de manera más intensa (y de paso a todo el que pase a nuestro lado, ¡exaltación de la amistad en estado puro!). Acto seguido a esta postura corporal, aumenta la producción de testosterona en sangre, la hormona de la fortaleza y el “empoderamiento”, independientemente de si somos hombre o mujer; y el cortisol, mágicamente, desciende vertiginosamente.
Una vez más, el orden de lo que está ocurriendo dentro de nosotros sería: me están dando una buena noticia (pensamiento) -> que me provoca felicidad (sentimiento) -> y quiero compartirlo con los demás (comportamiento corporal).
Ambas reacciones en el cuerpo, tanto la negativa como la positiva, son reales, inconscientes e instintivas.
Pero, ¿qué pasaría si invirtiéramos el orden anterior (pensamiento -> sentimiento -> comportamiento corporal) de manera consciente (comportamiento corporal -> sentimiento -> pensamiento)? Es decir, ¿qué ocurriría si colocásemos nuestro cuerpo de manera deliberada en la segunda de las posturas? Pues que, mágicamente, recibiríamos los mismos beneficios químicos (más testosterona, menos cortisol) asociados a la misma, provocándonos sensación de bienestar y, por tanto, pensamientos optimistas.
Este descubrimiento tan valioso dio origen a lo que algunos estudios científicos han denominado “la postura expansiva del superhéroe”, que consiste en cerrar los puños y apoyarlos sobre las caderas, erguir la espalda echando los hombros hacia atrás y el pecho hacia adelante, abrir las piernas y levantar la barbilla. Reproducir esta postura frente al espejo todas las mañanas, durante dos minutos, bastaría para crear una sensación de poder, fortaleza y seguridad en uno mismo que dura horas y nos mantiene protegidos frente a personas o situaciones desagradables. Algunos artículos de psicología recomiendan incluso reproducir esta postura en el cuarto de baño antes de enfrentarse a una entrevista de trabajo. Resultados garantizados.
Y si deseas multiplicar los efectos de esta rutina matutina, escucha la banda sonora de Superman o de Indiana Jones mientras lo haces (consejo de cosecha personal). Te vas a sorprender levantando aún más la barbilla frente al espejo, te lo aseguro. Música de superhéroe para un superhéroe, tú, y que nada ni nadie te estropee el día. ¡A por todas!